02-04-2009 | Gacetillas de Prensa
EL COMITE NACIONAL DESPIDE A ALFONSIN Discurso del titular de la UCR, Gerardo Morales Hay en la historia de la humanidad unos pocos hombres cuya memoria enaltece al propio hombre, que marca el tiempo que vivieron y cuya muerte cierra un ciclo pero deja abierto un camino de optimismo.
Señalan un escalón de ascenso en la lucha por el progreso de los pueblos y la conquista de la libertad.
Alfonsín es para la Argentina y América, uno de ellos.
Trascendió las fronteras y el tiempo dejando huella en la realización de la sociedad democrática y la República.
Como alguien dijo “los cansinos, los tímidos y los pesimistas no pueden conquistar la libertad”.
La libertad es una conquista y Alfonsín fue el gran constructor de la que hoy gozamos. Nos demostró que si se mantiene viva la esperanza, tenemos convicciones y coraje, todo es posible.
Raúl Alfonsín representó un proyecto democrático de vanguardia. Expresó no sólo la mejor del liberalismo político – en el sentido del respeto irrestricto a los derechos humanos y las garantías fundamentales – sino también el contenido social de la democracia y su imperativo de asegurar la igualdad y una vida digna para todos. Lo sintetizó en su frase célebre: “con la democracia no sólo se vota, con la democracia se come, se educa y se cura”.
Desde los inicios de su carrera política, rechazó la falta de opción entre gobiernos orientados a la satisfacción de los derechos económicos y sociales, pero despreocupados por el funcionamiento de las instituciones; frente a otros, más ocupados por el formalismo de las libertades políticas y civiles, que por satisfacer los reclamos sociales.
Devolvió así a la democracia su potencialidad de ser una manera de organización capaz de garantizar las libertades políticas, pero también de ser el resguardo de la igualdad social.
Esta conjunción fue de avanzada en un contexto de país marcado hasta entonces, por la desvalorización de los derechos humanos elementales y también por un absoluto desconocimiento de los derechos económicos y sociales.
El pensamiento progresista de Alfonsín se correspondió con la cultura de los derechos humanos. Su defensa constituyó el centro de su discurso y de su esfuerzo. Por eso no sólo protagonizó el capítulo mas importante en la historia por la justicia para reparar a las víctimas de delitos de lesa humanidad, condenando a los responsables, sino que entendió que ese proceso debía desarrollarse paralelamente con otros que hicieran efectivo el contenido social de la democracia.
Entendemos, entonces, a la Democracia como un sistema de vida. Como la convivencia misma que se asienta en la responsabilidad de todos en la lucha por la libertad, los derechos, la igualdad, la justicia, el progreso y el bienestar.
Como la decisión colectiva de construir un sistema político que resuelva los conflictos de manera equitativa, transparente y pacífica.
En tiempos de escepticismo, cuando los valores son escasos y parece que todo es igual o todo vale aparece – para los que quieran ver – la figura trascendente de Raúl Alfonsín.
Cobra sentido entonces la política. Cobra sentido la coherencia entre lo que se dice y se hace. Cobra sentido el hacer para el conjunto.
Raúl nos demostró que ahí donde los valores y principios no solo se dicen sino que son una verdadera forma de vida, ahí es posible la política. Raúl nos demostró también que es posible la política con austeridad y honestidad.
Ese legado nos pertenece a todos. Pero los y las radicales tenemos un compromiso especial con él, porque luchó desde sus ideas profundamente radicales, marcando con su impronta a varias generaciones. Yo pertenezco a una de ellas. Y somos miles los que nacimos a la vida política por su discurso, sus ideas y su compromiso.
Me pregunté en estas horas qué le gustaría a Alfonsín que le dijera hoy al país.
Especialmente después de ver la manera que movilizó a la sociedad argentina su muerte. Y cómo vio el mundo su paso por la política.
Repasaba caras, actitudes, lágrimas..., de toda la gente que vino a despedirlo a este salón emblemático, y pensaba que aún aquellos miles que no pudieron venir, igual – desde su hogar- lo respetan y lloran.
Y, en verdad, percibo sentimientos contrapuestos. Siento que vivimos el pesar pero a la vez el optimismo que sólo se explican porque está vivo el entusiasmo.
Y estoy seguro que en la Argentina renació el sentimiento.
Sin embargo, ahora me pregunto:¿qué es lo que entusiasma hoy a hombres y mujeres que se congregan para despedir a Raúl Alfonsín?
Creo sin temor a equivocarme que es posible que nos entusiasme la democracia y que es posible que todavía podamos sostener algunos principios y valores.
Si eso es así, entonces estamos frente a un gran capital social que aún no ha sido degradado y que debemos preservar.
Nuestro desafío esta en cómo administramos ese capital social.
Estoy convencido de que la mejor manera es garantizando el diálogo, el consenso, la tolerancia, la diversidad y la Unión Nacional para resolver los problemas del país y encarar así un proyecto de futuro.
Argentina tiene futuro.
Sin lugar a dudas, el doctor Alfonsín, estaría de acuerdo con nosotros si le decimos al pueblo que tenga fe y esperanza.
Que Argentina es un gran país y que es maravillosa su gente.
Que vivamos cada momento con pasión.
Que luchemos por nuestros ideales incansablemente aún frente a las más difíciles circunstancias.
Que como pueblo tenemos proyecto. El proyecto que él lidero: la democracia que entusiasma.
Pero en este mismo instante, Raúl nos reclamaría una mirada cruda sobre la realidad, sobre los desafíos pendientes, las libertades que faltan y los dolores que quedan.
Y también nos alentaría a seguir la incesante lucha por la justicia social y la igualdad.
Que no nos demos por vencidos.
Exigiría firme voluntad y empecinamiento para vencer obstáculos.
Obstinación frente a los problemas y especialmente valentía para encarar la política y la vida.
Para quienes fuimos y somos sus seguidores esos ideales suyos fueron y siguen siendo los nuestros.
Porque fuimos sus militantes, para honrar su memoria y por el bien de la Patria y del pueblo argentino.
Gracias Raúl, por enseñarnos a comprender que se puede ser político y a la vez decente.
Gracias por enseñarnos a creer en la política y la solidaridad.
Gracias por darle sentido a nuestras vidas.
Gracias por honrar la vida y la paz.